Paul Cézanne fue un pintor francés de gran importancia que se ganó la consideración de la comunidad histórica y artística al ser denominado el ‘padre de la pintura moderna’. Sus obras sirvieron para sentar las bases en la ruptura de los temas y métodos clásicos de la pintura decimonónica y la pintura del siglo XX.
Durante su vida, y como suele suceder con muchos artistas, fue un pintor ignorado y trabajó de forma aislada, desconfiando de los críticos y llevando una vida social escasa. Expuso muy pocas veces y solo después de morir fue rescatado como una figura indispensable de la pintura francesa por la nueva generación de artistas, los llamados nabis o la escuela de Pont-Aven.
Con más de veinte viajes a la ciudad de París, Cézanne fue aprendiendo y puliendo nuevas técnicas que le permitieron llevar a cabo increíbles pinturas, que hoy se exponen en una selección de 80 obras que abarcan la carrera parisina de Cézanne.
No contento con sus pinturas de la Provenza, Cézanne se dedicó también a retratar la capital francesa y en el recorrido de la exposición Cézanne y París vemos como empieza su recorrido con pinturas alejadas del paisajismo y posteriormente llega a realizar deslumbrantes pinturas que dominan los códigos del impresionismo y la pintura de paisajes.
Después de estos primeros momentos, expresados a través de unas primeras obras que van trazando el camino de perfeccionamiento del artista, aparece el desnudo, otro elemento presente en obras de Cezánne.
A mitad de camino entre lo erótico que dominaba las producciones artísticas, Cezánne supo desarrollar su propio lenguaje pictórico y darle un uso diferente tanto a los desnudos como a la naturaleza muerta, trabajos que hoy han sido consagrados por los críticos pero que antaño eran considerado extraños, poco elegantes y rupturistas.
Una excelente exposición, inolvidable para amantes del arte francés y de Cezánne en particular, la exposición dura hasta el 26 de febrero de 2012 y se lleva adelante en el Museo de Luxemburgo.